Aquello por lo que
viven los seres humanos (4)
Relato de León
Tolstoy
Traducción
y adaptación
Savitri Ingrid Mayer
4.
La
mujer se fue con las niñas y Miguel se levantó del banco.
Se
sacó el delantal, lo dobló, se inclinó frente al zapatero y su mujer, y les
dijo:
—Dios me ha perdonado… Ustedes también deben
perdonarme…
El
maestro zapatero y su esposa vieron una luz que brotaba de Miguel…
Semión se levantó, se inclinó ante él y declaró:
—Ya vi, Miguel, que no eres un hombre común,
y no puedo pedirte que te quedes. Pero dime: ¿por qué, cuando te encontré y te
traje aquí, estabas triste, y cuando mi esposa te dio de comer, le sonreíste y
pareció que resplandecías?... Después, cuando el caballero ordenó las botas,
sonreíste por segunda vez, y resplandeciste más aun… Y ahora, cuando la mujer
trajo a las niñas, sonreíste por tercera vez, y tu resplandor fue mayor que
nunca… Dime, Miguel, ¿por qué esa luz
viene de ti y por qué sonreíste tres veces?
Y
Miguel respondió:
—La luz sale de mí, porque había sido
castigado pero ahora Dios me ha perdonado. Y sonreí tres veces, porque tenía
que aprender tres verdades de Dios, y ya las he aprendido... Una verdad la
aprendí cuando tu esposa se apiadó de mí…, por eso sonreí la primera vez. La
segunda verdad la aprendí cuando el hombre rico ordenó las botas, y entonces
sonreí por segunda vez. Y ahora, cuando vi a las niñas, aprendí la tercera
verdad, y sonreí por tercera vez.
Semión siguió preguntando:
—Dime, Miguel, por qué Dios te castigó, y
cuáles son esas verdades de Dios, para que yo las conozca.
Y
Miguel respondió:
—Dios me castigó porque no obedecí… Yo era un
ángel en el cielo y desobedecí a Dios… Dios me había enviado abajo para buscar
el alma de una mujer… Volé a la tierra, y vi que la mujer yacía enferma, y que
había dado a luz a dos niñas gemelas. Las niñas se movían cerca de la madre,
pero ella no podía acercarlas a sus pechos… La mujer me vio y supo que Dios me
había enviado para buscar su alma. Se puso a llorar y dijo: “Angel de Dios: mi
esposo acaba de ser enterrado, lo mató un árbol en el bosque. No tengo hermana
ni madre ni tía, no hay nadie para criar a mis huérfanas, ¡no te lleves mi
alma! Permíteme criar a mis niñas, hasta que se sostengan sobre sus propios
pies… Los niños no pueden vivir sin un padre, sin una madre.”
Yo
escuché a la madre, y puse una de las niñas contra su pecho y la otra entre sus
manos, y me elevé hacia el Señor. Y cuando estuve delante de Él, le dije que no
podía llevarme el alma de esa madre… Y el Señor me dijo: “¡Ve y toma el alma de
esa mujer!... Y aprenderás tres verdades.... Aprenderás: qué hay en los
seres humanos, y lo que no es dado a los seres humanos, y aquello por lo que viven los seres humanos…
Cuando las hayas aprendido, volverás al cielo”.
Volví a la tierra y tomé el alma de la mujer… Las pequeñas cayeron de
los pechos y el cuerpo muerto aplastó a una de ellas, lastimando su pierna…
Intenté llevar el alma a Dios, pero un viento me atrapó, mis alas cayeron, el
alma fue por sí misma hacia Dios y yo caí sobre la tierra.
Semión y Matriona comprendieron a quien habían vestido y alimentado,
comprendieron quien era el que había vivido con ellos, y lloraron… con
temor, asombro, embeleso y alegría.
Y
dijo el ángel:
—Estaba solo y desnudo… Nunca había conocido
las necesidades humanas, ni el frío ni el hambre, y me convertí en un hombre… Y
no sabía qué hacer… Vi la capilla del Señor y fui hacia allí para esconderme.
Pero la capilla estaba cerrada y no pude entrar… Y se acercó la noche…, estaba
helado y hambriento y con dolor… De
pronto escuché a un hombre que venía por el camino. Traía un par de botas y
hablaba consigo mismo… Vi un rostro humano, por primera vez desde que me
volviera hombre: ese rostro me pareció terrible y pensé que él no iba a
ayudarme… El hombre siguió de largo y sentí desesperación, hasta que oí que
regresaba… Lo miré y no lo reconocí:
antes, la muerte había estado en su rostro, ahora él había
revivido, y en su rostro vi a Dios… El
vino hacia mí, me vistió y me llevó a su casa… Y una mujer estaba en la casa:
ella era aun más terrible. Quería enviarme afuera, al frío, hasta que su marido
le hizo recordar a Dios… Y ella, repentinamente cambió… Y cuando nos dio de
comer y nos miró, la observé: ahora
estaba viva y reconocí a Dios en ella.
Y
supe la primera verdad: lo que hay en
los seres humanos.
Supe que hay amor en los seres humanos… Y
me regocijé, porque Dios había comenzado a revelarme lo que había prometido…
Entonces sonreí por primera vez.
Empecé a vivir con ustedes… Y al cabo de un año vino ese hombre, para
encargar un par de botas que duraran un año sin gastarse ni romperse. Yo lo
miraba, y de pronto vi detrás de su hombro a mi compañero, el ángel de la
muerte… Solamente yo lo vi, dándome cuenta que antes que el sol se pusiera el
alma de ese hombre sería llevada. Y pensé: este hombre quiere proveerse por un
año y no sabe que no vivirá hasta la noche…
Entonces conocí la segunda verdad: lo que no es dado a los seres
humanos...
No
les es dado saber lo que realmente necesitan…
Y
sonreí por segunda vez… Y esperé hasta que Dios quisiera revelarme la tercera
verdad.
Al
sexto año vino la mujer con las gemelas. Las reconocí y supe cómo habían podido
sobrevivir… Y cuando la mujer se emocionó, vi en ella al Dios vivo, y comprendí
aquello por lo que viven los seres humanos. Y supe que Dios me había
revelado la tercera verdad y me había perdonado… Y sonreí por tercera vez.
El
cuerpo del ángel se vistió de luz, para que los ojos no pudieran contemplarlo,
y habló con más fuerza, como si la voz no viniera de él sino del cielo.
Y
dijo:
―He comprendido que cada ser humano vive
no por sí mismo, sino por amor. No fue dado a la madre saber lo que sus niñas
necesitaban para vivir, ni al hombre rico saber lo que necesitaba para sí
mismo. Y no le es dado a ningún ser humano saber si antes de la noche
necesitará botas o zapatillas de muerto…
Y me
mantuve vivo cuando era un hombre, no por lo que hice para mí mismo, sino
porque había amor en alguien que pasó y en su esposa…, porque tuvieron piedad
de mí y me amaron…
Y
las huérfanas vivieron porque había amor en el corazón de esa mujer, quien se
apiadó de ellas y las amó…
El
que tiene amor está en Dios y Dios está en él, porque Dios es amor.
Y el
ángel comenzó a cantar loas a Dios…, y debido a su voz la casa tembló. El techo
se abrió, y apareció una columna de fuego elevándose…
Semión, Matriona y los niños cayeron por tierra…
Las
alas del ángel se desplegaron… y se elevó hacia el cielo…
Cuando Semión despertó, la casa estaba como antes, y solo estaban él y
su familia.
Fin
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