Traductor - Translation

La tapa de siempre

La tapa de siempre
Violeta y el Camino de los 22 Arcanos

Capítulo 21 - El Juicio

 EL JUICIO

 

 

 

 

1. 

 

    Una tarde a fines del verano, nos reunimos en la Tetería varios de los participantes del fin de semana en Villahermosa. Queríamos evocarlo y comprender mejor lo sucedido.

—Pues yo creo que ha sido una experiencia importante para todos —dijo José, mientras engullía su segunda porción de pastel.

    Estuvimos de acuerdo. Muchos habían sentido Comunión y un Amor inmenso; otros, una increíble Lucidez; la mayoría, una gran Felicidad. Pedro, el líder y organizador del evento, confesó haberse notado con más Poder y Capacidad que nunca antes. Pero  más allá de las diferencias individuales, y de la mayor o menor intensidad percibida, para todos había sido un acontecimiento extraordinario.

    Y se aventuraron distintas hipótesis para explicarlo...

—Es posible que la fuerza unificada de todos haya creado un vasto campo de energía —dijo Pedro, delineando una gran esfera con sus manos—.  Y esa energía retornó a cada uno muy aumentada...

    También se habló de altruismo, de solidaridad, y de muchos otros motivos, pero prevaleció la opinión de que “lo grupal” era la causa más importante.

    Al caer la noche,  Rosa nos arengó:

—¡Nanos, hagamos alguna movida para que esto de Villahermosa se repita!

    Con entusiasmo nos pusimos a barajar diversas posibilidades, casi en broma al principio y más seriamente a medida que las explorábamos. Hubo propuestas formales y propuestas descabelladas, risas y discusiones interminables. 

    A la medianoche, estábamos enardecidos, dando forma a una idea que se había impuesto sobre las demás:

    ¿Y si fundábamos un Centro, un espacio de aprendizaje y crecimiento, un espacio de encuentro grupal?

 

2. 

 

    A partir de ese día tuvimos frecuentes reuniones y enseguida se definieron tres tendencias divergentes.

    Estaba el grupo que lideraba Rosa:

—¡Tiene que ser lo más altruista posible, nanos... Tiene que ser un Centro de encuentro y servicio! —exclamaba Rosa enfervorizada.

    Pedro estaba al frente de otro grupo que criticaba al de Rosa por su exceso de idealismo:

—Debemos hacer algo bien organizado —insistía Pedro—, con un programa de actividades, cursos de fin de semana y precios adecuados.

    En el tercer grupo no había líderes: todos llevábamos la voz cantante. No éramos tan desinteresados como el de Rosa, ni tan organizadores como el de Pedro; sí más pragmáticos, más abiertos a la búsqueda y la experimentación.

—Yo creo que hay que ir viendo sobre la marcha —decía Vicente, el padre de Tao— y así sabremos qué cosa funciona mejor.

—Pero bueno..., ¡además hay que conseguir dinero,  ji, ji ! —se reía José.

    Y en este punto hasta el grupo de Rosa tuvo que ceder. Teníamos que alquilar una casa, acondicionarla, pagar luz y teléfono... Con altruismo y nada más, no pagaríamos las cuentas.

    Después de larguísimos debates, resolvimos que el Centro tuviera presidente. Y como ninguno de nuestro grupo quería asumir ese cargo, había que optar entre Rosa y Pedro.

    En una reunión culminante, Rosa obtuvo la mayoría de los votos. Y también por votación elegimos el nombre de nuestro Centro:  Omega .

    Después de buscar con mucho empeño, encontramos un antiguo piso, muy grande y bastante deteriorado, cerca de la Plaza de la Almoina. Y lo alquilamos por un precio irrisorio, con la condición de hacernos cargo de restaurarlo.

    Brazos nos sobraban, y trabajamos con ardor durante un mes, reparando pisos, techos y cañerías, y pintando paredes, puertas y ventanas.

    Con el dinero de todos compramos lo necesario, aunque también pedimos donaciones. Y éstas llegaron en abundancia, desde tazas, vasos y cafeteras hasta alfombras, cortinas y cuadros.

  

3. 

 

    Mientras nos atareábamos como albañiles, plomeros y pintores, la lucha entre el grupo de Rosa y el grupo de Pedro continuó respecto a todo tipo de menudencias, hasta que un evento de cierta importancia pareció unificarnos a todos. Fue idea de Pedro y, curiosamente, a Rosa le encantó.

    Venía a España para impartir cursos y conferencias un conocido instructor espiritual, un Gurú, continuador de un antiguo linaje de Maestros, que hablaba español y de quien se rumoreaba que estaba iluminado. La propuesta de Pedro era inaugurar Centro Omega con una charla y un curso intensivo conducidos por él.

    Le mandamos una carta urgente invitándolo. El Gurú aceptó nuestra invitación; y acordamos fechas, honorarios y demás detalles por teléfono con su secretario.

    Estuvimos enloquecidos durante varios días, terminando de arreglar el Centro y haciendo publicidad por toda Valencia, con carteles que encargamos de apuro y pegamos febrilmente, muy sobre la fecha de su venida.

    A todos nos fascinaba el acontecimiento, teníamos mucha curiosidad y expectativas: ¡íbamos a conocer a un iluminado!

    Y cuando vino nos deslumbró. Era un hombre muy bello, de edad indefinida y con unos ojos penetrantes que parecían mirar desde muy lejos o desde muy arriba.

    La charla fue un éxito absoluto: no entró toda la gente en el gran salón y algunos tuvieron que escucharla en el pasillo. Con el curso pasó lo mismo. Estábamos exultantes...

    El domingo por la noche, al terminar el curso, hubo cierto desacuerdo con el secretario del Gurú por una cuestión monetaria. El secretario le pidió al Gurú que interviniera y el Gurú exigió discutir la cuestión a solas con nuestra presidenta.

    Ambos se encerraron en la sala pequeña de yoga... Un rato después salió Rosa, totalmente alterada. Varios de nosotros la seguimos hasta la cocina y allí,  riendo y llorando a la vez, nos contó algo atroz, ¡inverosímil!

—Fijaos que yo estaba sentada frente a él,  los dos en doble loto,  discutiendo por este fastidioso asunto de dinero... y va el tío y me dice que me lo perdona todo, que yo era una chica muy guapa... Y se me abalanzó encima, me abrazó y quiso besarme...

    Rosa estuvo un buen rato llorando, aunque de vez en cuando estallaba en nerviosas carcajadas. Y los que estábamos en la cocina nos quedamos completamente desconcertados.

    Sentí tristeza y una gran decepción. ¿Es posible que un Gurú iluminado se comporte  de ese modo?

  

4. 

 

    El incidente de Rosa con el Gurú nos afectó; debatimos la cuestión una y otra vez. Algunos decían que el Gurú no podía ser un auténtico Maestro y que seguramente no estaba iluminado: ¡esa no es la conducta de un iluminado! Otros nos encogíamos de hombros, sin comprender, y sin respuestas para algo que nos había trastornado.

    Se contaron anécdotas que circulaban sobre "swamis", "roshis" y "chamanes", cuya conducta —respecto al sexo y otros asuntos— distaba de ser impecable. Nuestras discusiones solían terminar con risas y bromas, pero nunca llegábamos a una conclusión.

    A mí el tema me obsesionaba y mi Maestro Interno se hizo rogar varios días antes de contestarme.

    Al fin, una noche, lo escuché:

 

                           Las experiencias trascendentales

                           no garantizan la Perfección.

                           No basta con iluminarse:

                           hay que transformarse.


    Muy bien, pero... ¿qué significa transformarse... y cómo lograrlo?

    Aunque mi Maestro Interno no dijo nada más, en los días siguientes recibí todo tipo de ayuda cósmica, desde libros y revistas donde aparecía el tema, hasta diversos mensajes-señales que me asombraron, me encantaron o me divirtieron, como cuando leí en un gran cartel que publicitaba un perfume: ¡cambie ya!. También lo conversé con los compañeros del Centro, principalmente con José, quien lo tenía bastante claro.

    Y así pude empezar a comprender, ¡sólo empezar!, qué significaba transformarse.

    Entendí que la Transformación es un largo proceso mediante el cual nos convertimos en seres con mayor energía espiritual: más amorosos, más sabios, más éticos, más completos.

    Para ello es necesario un trabajo de Sanación: remover los obstáculos que bloquean nuestro acceso a niveles más elevados del Ser, a una mayor Pureza y Perfección. 

   

5. 

 

    La discordia entre el grupo-Rosa y el grupo-Pedro terminó al darnos cuenta, en una de las reuniones, que esos conflictos impedían el aumento de nuestra energía: la perdíamos discutiendo. Después de un debate que duró varias horas, se le pidió a Rosa que renunciara, y se decidió crear un grupo de siete miembros para conducir Omega, los cuales irían rotando cada seis meses.

    Todo el asunto fue algo dramático para Rosa: renunció, pero se sintió muy mal. Estuvo varios días enfurecida con todo el mundo, y hasta amenazó con irse del Centro.

    Fui a visitarla, y me recibió enfurruñada...

—No vas a enojarte conmigo, ¡pedazo de tonta! —le dije abrazándola.

    Entonces sonrió,  y enseguida  (sin dejar de trajinar por toda la casa, como era su costumbre) se despachó a gusto contra unos y otras. Y finalmente se echó a llorar. Aunque Rosa se conocía a sí misma y sabía que lo sucedido tendría algún significado o enseñanza para ella, por el momento estaba herida, se sentía rechazada, y se debatía entre su comprensión por un lado y su orgullo lastimado por el otro.

    El asunto la hostigó durante bastante tiempo, hasta que pudo resolverlo.

    Una mañana muy temprano  (a Rosa los esclarecimientos le ocurrían siempre al despertar),  vino al ático con los ojos radiantes y una sonrisa enorme:

—¡Nana, ya lo sé... Ya sé por qué ha pasado todo esto!... Adivina...

    Confesé con un gesto mi ignorancia. Y Rosa me miró con aire triunfal:

—Le he mandado una carta a mi Maestro... Si él me autoriza lo haré.

—Pero, ¿qué?

—Armaré un curso para formar instructores de Yoga... Estoy capacitada para eso, fíjate que hace años que lo practico y lo enseño... Será un curso integral y he pensado que...

    Rosa me contó con detalles su proyecto. Estaba muy entusiasmada y secretamente agradecida por ese empujón, que le había permitido abrir algo nuevo y diferente en su vida.

 

                             La Transformación implica

                            sucesivas Muertes y Renacimientos.

                            Sólo hay lugar para lo nuevo, 

                            cuando lo que ya no sirve en nosotros se extingue.

 

 

6. 

 

    Centro Omega se estaba convirtiendo en un generador energético que nos impulsaba:  nuestra creatividad y dinamismo eran asombrosos. Nos brotaban los proyectos como brota el agua de un manantial y rebosantes de fuerza los llevábamos a cabo. 

    Era una continua efervescencia, una exaltación anímica que sorprendía a los que llegaban por primera vez. Para algunos resultaba excesivo, no lo soportaban. Y se iban. Otros veían que allí estaba ocurriendo algo extraordinario y, fascinados, se incorporaban a Omega.

    Cuando Carmen y Javier se asociaron con otra gente del Centro, la tetería se transformó en restaurante vegetariano. Eso les dejó más tiempo libre. Javier lo dedicó al aprendizaje, asistiendo a todos los cursos que le interesaban. Carmen quiso enseñar lo que sabía y armó un curso de cocina y pastelería naturista, que tuvo mucha concurrencia.

    En mí también se abrió algo nuevo e inesperado: concebí un grupo de reflexión al que bauticé "La Luz Interna". Su propósito era la exploración y discusión de temas diversos, y formaba parte de las actividades gratuitas del Centro. Sus características se irían definiendo sobre la marcha, mediante el aporte creativo de sus participantes;  yo me limitaría a coordinarlo.

 

Al transformarnos surgen nuevos intereses,

desarrollamos nuevas habilidades y talentos.

  

 

7. 

 

    Acepté, algo presionada por los demás, que la consulta de Tarot figurara entre las actividades del Centro; pero mis trabas e inseguridades continuaban, pese a los recuerdos de otra vida que habían eliminado el miedo.

    Solía desanimar a las personas que me pedían turno diciéndoles que no hacía predicciones, sabiendo que lo que más atrae de las cartas es la predicción del futuro. Y aunque mi rechazo por la predicción (que cuando se usa con descuido puede ser dañina) era sincero, me daba cuenta que al hacer esta advertencia los desalentaba.

    Al enterarse, José me amonestó:

—Tú no necesitas aclararles eso... Si vienen a ti por algo será… y tienes que ayudarlos.

    Y mi Maestro Interno me exhortó:

 

                          El Conocimiento conlleva una Responsabilidad.

                         Debes transmitir lo que sabes;

                         debes ponerlo al Servicio de los demás. 

 

    Entonces comprendí que necesitaba sanar aún más este asunto. Lo conversé con José una y otra vez, y fue como hacer terapia. Descubrí algo muy interesante, que estaba muy oculto en mí: ¡jamás aprobaría mi padre que yo trabajase con el Tarot! Podía imaginarlo, ceñudo y vociferante: ¡mi hija..., tirando las cartas!

    Darme cuenta de este "factor psicológico" resolvió definitivamente el problema. Seguí haciendo el Tarot a mi manera, pero sin aclaraciones previas. Y los pedidos de turno se sucedieron en forma creciente a lo largo del invierno.

 

        Cuando comprendemos que la Transformación es posible,

podemos cooperar conscientemente con ese proceso.

 

 

8. 

 

    En Centro Omega  José comenzó a trabajar de astrólogo. Como el tiempo no le sobraba, la gente tenía que aguardar bastante para que llegara su turno. Sin embargo, él no estaba dispuesto a renunciar al ayuntamiento todavía. Lo que ganaba como astrólogo no le alcanzaba aún para mantenerse, y manifestaba que era preciso esperar los tránsitos planetarios adecuados  y que faltaba poco para eso.

    Algunos no le creían, sospechando que José no tenía valor para renunciar a un sueldo seguro. Pero en realidad, José estaba comportándose como un verdadero "transmutante", palabra que a él mismo se le había ocurrido una tarde, mientras charlaba conmigo en la salita que ambos compartíamos con los médicos...

—Esto de "mutante" me fastidia un poco, me hace recordar los cuerpos y rostros deformes de las películas de ciencia-ficción... Sería mucho mejor decir "transmutante".

    La palabrita se había difundido: la empleábamos a menudo. Y opinar sobre alguien ¡es un transmutante!, equivalía a elogiarlo.

    Un sábado de primavera, José vino al Centro con varias botellas de champaña. Y mientras llenaba las copas nos contó, alborozado, el motivo del brindis:

—¡Me han echado del ayuntamiento..., ji, ji!... Debido a un reajuste de plantilla... Y me darán una buena cantidad de pesetas como indemnización... ¡Ji, ji!

 

                          Nuestra intuición y nuestros conocimientos

                          cooperan con la Transformación, facilitándola.

 

 

9. 

 

    Ana y Vicente, los padres de Tao, estaban por separarse desde algún tiempo atrás. Sus conflictos se debían, en parte, a la competencia: ambos eran médicos naturistas y trabajaban juntos. Ana sentía que Vicente la dominaba y la relegaba; Vicente aseguraba que no era así.

    A partir de su intervención en Centro Omega, tuvieron una separación profesional. Vicente, sin abandonar el naturismo, se dedicó a la pediatría, especialidad en la cual venía formándose. Y Ana sumó terapéuticas nuevas a su práctica naturista. Entonces,  su crisis finalizó… y volvieron a enamorarse. Tao estaba feliz  y cada vez que lo encontraba me repetía: ¡mamá y papá ya no riñen!

    Pau apareció por el Centro una mañana, y se ofreció como profesor de música. Por supuesto aceptamos: estábamos abiertos a todas las propuestas. Enseguida tuvo varios alumnos y se convirtió en un nuevo miembro entusiasta de Centro Omega, recibiendo con rapidez sus benéficos efectos. Se lo veía menos melancólico, menos desvaído que de costumbre. Conmigo fue sólo un saludo apresurado, un parco ¡hola!  durante varias semanas, hasta que un día me pidió que conversáramos.

    Estuvimos charlando durante horas, al principio en mi salita de trabajo y después en un bar de los viejos tiempos. Me contó que había renunciado para siempre a la arquitectura y que había comenzado una nueva pareja, con una maestra y cantante de “rock”. Yo le conté mis procesos y experiencias desde que nos separáramos, y mis recuerdos de otra vida con él. Me pareció que estaba menos escéptico que antes. Y también  tuvimos, ¡al fin!, un diálogo profundo, honesto, maduro, acerca de nuestra pasada relación.  

   Salimos del bar a medianoche. Pau me acompañó hasta casa  y  nos despedimos junto al portón con un abrazo largo, muy largo. 

   Y nos juramos hermandad y amistad eternas.


 

                          La Transformación es Sanación:

                          los desequilibrios se armonizan,

                          las heridas se curan,

                          los conflictos se resuelven.

 

 

10. 

 

    El grupo de "La Luz Interna" creció y floreció.

    Una de mis contribuciones había sido la comunicación con el Maestro Interno. Y en una de las reuniones les propuse que hiciéramos una consulta acerca de la Transformación.

    Después de una breve meditación, cada uno se conectó con su fuente de sabiduría interior. Fue como una asamblea de Maestros Internos, un encuentro de alta energía.

    El intento era: definir un Arquetipo de ser humano transformado. ¿Cuáles serían sus atributos más relevantes?

    La Armonía, el Poder Personal y la Sabiduría se escogieron casi por unanimidad,  y también el Valor (para casi todos, transformarse incluía perder el miedo).

    El Amor, la Compasión, la Bondad y la Abnegación fueron reputados como grandes metas —si bien difíciles— y que nos acercaban a la santidad.

    La Calma, el Contentamiento, la mayor Energía, y la Creatividad en áreas múltiples y diferentes, también se enfatizaron.

    Y hubo muchas comprensiones:

. Hay pequeñas transformaciones y grandes transformaciones, que incluyen a las pequeñas.

. Transformarse es como subir una escalera infinita: siempre hay una perfección mayor por alcanzar.

. La Transformación no la realizamos solos: formamos parte de una vasta Red Cósmica, de una trama armoniosa de seres, en la cual nuestra función, por pequeña que sea, es siempre valiosa e importante.

. A medida que avanzamos en la Transformación, el sentido de nuestra vida se va desplazando a nuevas metas y propósitos;  nuestra perspectiva se amplía y buscamos mayor coherencia  entre los ideales que perseguimos y la realidad cotidiana que manifestamos.

. Estamos en el inicio de una Nueva Era, una nueva etapa de la humanidad. Y esta Nueva Era es algo a crear. El futuro es un viaje hacia lo desconocido y tendrá la forma que aspiremos a darle.

. Los Transmutantes queremos un futuro de Amor y de Paz, de Alegría y Concordia, para nosotros y para todos nuestros hermanos en el Planeta Tierra.

  


No hay comentarios:

Violeta y el Camino de los 22 Arcanos, casi tres años en este blog

      Cuando publiqué tres de mis novelas en forma de blog, varias personas me aconsejaron que no lo hiciera. Sin embargo, no estoy arrepent...