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La tapa de siempre

La tapa de siempre
Violeta y el Camino de los 22 Arcanos

viernes, 21 de agosto de 2020

¿Quién decide lo que leemos?

La respetable subjetividad al apreciar una obra literaria


   Gracias a mi participación en las redes sociales, particularmente en las redes sociales de recomendación de libros, estoy comprobando que l@s lector@s se animan más que antes a confiar en su propio juicio. He leído  comentarios de rechazo a ciertos autores que sin embargo son reconocidos best-sellers, o incluso grandes escritores.

  Y esto me parece bien, más que bien… Estamos acostumbrados históricamente a que los juicios de valor acerca de los productos culturales como libros, música, artes plásticas y películas, sean emitidos por expertos, encargados de juzgar y dictaminar si dicho producto cultural es valioso, si merece que le dediquemos nuestra atención o no.

   Desde tiempo inmemorial, han sido los críticos literarios y los editores los que decidían qué libros teníamos que leer. También las revistas y periódicos formaban parte de ese mundo que decidía por nosotros. Y como la mayoría de la gente consume lo que le recomiendan otros, y más si esos son críticos y expertos, los gustos y tendencias literarias han estado siempre parcialmente determinados por las decisiones de unos pocos. 

   En las últimas décadas, con el desarrollo de los medios de comunicación, esos mensajes acerca de qué leer o escuchar han venido a través de los periodistas y comunicadores. Y dado que los medios están muy unidos a intereses económicos y financiados mediante publicidad, dichos mensajes están estrechamente enlazados con dichos intereses (lo cual antes también ocurría, pero probablemente no en la misma medida).

    Por todo esto,  la inmensa mayoría de las personas estamos siempre siendo influenciados  acerca de qué leer o escuchar o mirar.

   Sin embargo, hay un espacio de absoluta libertad, un espacio donde nada puede influirnos.

   Y ese espacio es la confianza en nuestro propio juicio:

   Confiar en lo que sentimos, en lo que experimentamos al leer un libro (o al escuchar música o al ver una película o…)

   Si compramos un libro porque leímos en algún lado que es un autor con muchos premios, o un best seller, y luego resulta que no nos gusta,  es positivo que haya espacios donde podamos comunicar nuestro desacuerdo con dichas valoraciones. 

   Y también sería interesante que al encontrarnos con el producto de un creador desconocido, confiemos en nuestro juicio y le demos una oportunidad, aunque no tenga por detrás para respaldarlo a los medios o a los expertos.

  Gracias a Internet, esto ya está ocurriendo en nuestros tiempos. Todos pueden emitir opiniones y publicarlas en algunos espacios, como los que abundan en las redes sociales. Y son cada día más los que se animan a declarar, sin temores, que  una novela de un escritor premio nobel les resultó difícil de leer y la dejaron por la mitad, o que las novelas de un famoso best-seller son insoportables y no comprenden que pasó para que se convirtiera en best-seller.

   Ojalá esto continúe así, y en forma creciente…











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