“David Copperfield” - Charles Dickens
Considerada una de las novelas más
autobiográficas de Dickens, narra la vida de un inglés del siglo XIX, a partir
de su nacimiento hasta su madurez.
Desde las primeras páginas se percibe lo
humanitario que era el autor, debido a los valores que la historia manifiesta.
Aparece con fuerza el tema de la bondad y otras cualidades humanas positivas.
Los personajes buenos son los predilectos, aunque también están idealizados, al
punto de que algunos son casi santos. Pero no me parece mal, son un modelo de
como todos deberíamos ser. Los sentimientos más elevados que un ser humano
puede sentir por otro, los cuales incluyen el amor incondicional y la
abnegación, lo sienten algunos entrañables personajes de la novela. Y lo
notable es que la atmósfera de bondad y compasión, transmitida por el autor
mediante la trama y los personajes, se contagia al lector.
Preparé a P para la llegada de S, que
apareció pronto. Estoy persuadido de que no había diferencia para ella, y
consideraba las cosas que había hecho S por mí como si las hubiera hecho por
ella misma, y estaba dispuesta a recibirle con gratitud y devoción; pero sus
alegres modales, tan francos, su buen humor, su hermoso rostro y el don natural
que poseía para ponerse al alcance de todos aquellos a quienes encontraba y
para tocar precisamente (cuando quería molestarse en ello) la cuerda sensible
de cada uno, todo esto conquistó a P en un momento. Además, su modo de tratarme
a mí habría sido suficiente para subyugarla. Así, gracias a todas estas razones
combinadas, creo que en realidad sentía una especie de adoración por él cuando
salimos de su casa aquella noche.
Desde aquella noche siento por P. algo que
no sabría definir. No era que reemplazase a mi madre, eso nadie hubiera podido
hacerlo; pero llenaba un vacío en mi corazón que se cerró dejándola dentro,
algo que no he vuelto a sentir nunca por nadie…
Hay en la narración lirismo, mucho humor y
cierta ironía. Como ejemplo de la ironía, un personaje habla con su abogado de
un contrato que tendrán que confeccionar y dice:
Y pronto tendrá usted que formalizar un
contrato entre nosotros con todas las cláusulas obligatorias que hacen parecer
a dos hombres de honor que se comprometen, dos pillos que desconfían el uno del
otro.
O
este otro fragmento, en que hace alusión a lo que se siente después de beber
alcohol:
Después de cenar, encontrándome en un
agradable estado de ánimo (de lo que saqué en consecuencia que hay momentos en
los que el envenenamiento no es tan desagradable como dicen), decidí ir al
teatro.
Como todo gran novelista, Dickens tenía
mucha penetración psicológica y posiblemente era una persona que se observaba y
se veía a sí misma. Me he sorprendido más de una vez ante reflexiones acerca de
cómo somos, ante fragmentos de reveladora introspección, que parecen propias de
un ser humano del presente (en que la psicología nos puso al tanto de tantas
verdades acerca de nosotros mismos) y no de alguien que está viviendo en el
siglo XIX:
No solamente nuestro carácter también
sufre a veces, sino que tenemos la grave responsabilidad de no estropear a
todos los que entran a nuestro servicio o que tienen que ver con nosotros.
Empiezo a temer que no esté toda la culpa en un lado solo, y que si todos esos
individuos se estropean, quizás sea porque tampoco nosotros vamos muy bien.
Si algún niño ha sentido una pena
sincera, era yo; sin embargo, recuerdo que la importancia de mi desgracia me
causaba cierta satisfacción cuando me paseaba por el patio mientras los otros
niños continuaban en clase…
Nada se consigue hacer en una vida de
perpetua intranquilidad y tristeza …
Mi cabeza nunca puede escoger mis
pensamientos. Van y vienen por ella como quieren…
Sus ideas acerca de los males de la sociedad
están claramente expuestas:
Las
personas ocupadas también toman parte en el mal del mundo, puede usted estar
seguro, y si no, ¿qué es lo que han hecho desde hace un siglo o dos los que más
han trabajado en adquirir poder o dinero? ¿Cree usted que no han hecho también
bastante daño?...
Y es patente la simpatía del autor por las
gentes humildes o por ciertos personajes que aunque buenos tienen defectos muy
humanos, como Mr. Micawber (probablemente inspirado por su padre), quien gasta
más de lo que gana y va a prisión por deudas impagas. Así, es marcado el
contraste entre su descripción de los ambientes humildes (cálidos, sinceros,
llenos de emoción y espontaneidad) y los ambientes burgueses. En estos últimos
hay a veces frialdad, emociones que no se expresan, orgullo y desdén. En una
graciosa escena que describe una comida entre gente de clase alta, el narrador
se burla de ciertos rasgos muy burgueses (y por mi propia experiencia, muy
británicos):
En varias ocasiones pensé que
habríamos estado mucho mejor siendo menos amables. Éramos tan exageradamente
amables, que el círculo de la conversación resultaba muy limitado.
Ciertas cualidades importantes son
destacadas y ensalzadas: la fidelidad, el respeto, la benevolencia, el
agradecimiento, la caridad, la solidaridad… Dickens era cristiano, muy creyente
(y también le atraía lo oculto) y expresa de una forma exquisita los
pensamientos y sentimientos más elevados que un ser humano puede tener.
Todos podemos hacer el bien en este mundo
únicamente con querer hacerlo…
Pensaba en todos los lugares solitarios
en que había dormido y le pedí a Dios que me hiciera la gracia de no volver a
encontrarme sin asilo y de no olvidar nunca a los que no tienen un techo donde
cobijarse.
Y el extraño sentimiento (que quizá no es
extraño a todos) de que aquello había sucedido ya antes en un tiempo indefinido
y que sabía de antemano lo que iba a decirme, se apoderó de mí.
Al principio me extrañaba bastante el
consuelo que encontraba dibujando esqueletos, y durante cierto tiempo le
consideré como una especie de asceta que trataba de recordar por medio de aquel
símbolo de mortalidad lo limitado de todas las cosas…
Se ha acusado a Dickens de un exceso de
sentimentalismo, y por momentos es cierto. Hay abundancia de sentimientos en
esta novela, predominando los amorosos pero también los de odio y desprecio,
como el que repetidamente siente el protagonista por un personaje algo
repulsivo. Pero los sentimientos de amor y amistad, de lealtad y camaradería,
están narrados con tanta sensibilidad, que hay por momentos como un brotar de amor y alegría desde las páginas
que (y lo repito) se contagia al lector.
En
suma: una novela que aún se puede leer con placer, entretenida, emotiva y
profundamente inspiradora.