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La tapa de siempre

La tapa de siempre
Violeta y el Camino de los 22 Arcanos

viernes, 23 de noviembre de 2018

Novelas inmortales (3)



 “David Copperfield” - Charles Dickens
  
     Considerada una de las novelas más autobiográficas de Dickens, narra la vida de un inglés del siglo XIX, a partir de su nacimiento hasta su madurez.
     Desde las primeras páginas se percibe lo humanitario que era el autor, debido a los valores que la historia manifiesta. Aparece con fuerza el tema de la bondad y otras cualidades humanas positivas. Los personajes buenos son los predilectos, aunque también están idealizados, al punto de que algunos son casi santos. Pero no me parece mal, son un modelo de como todos deberíamos ser. Los sentimientos más elevados que un ser humano puede sentir por otro, los cuales incluyen el amor incondicional y la abnegación, lo sienten algunos entrañables personajes de la novela. Y lo notable es que la atmósfera de bondad y compasión, transmitida por el autor mediante la trama y los personajes, se contagia al lector.   
   Preparé a P para la llegada de S, que apareció pronto. Estoy persuadido de que no había diferencia para ella, y consideraba las cosas que había hecho S por mí como si las hubiera hecho por ella misma, y estaba dispuesta a recibirle con gratitud y devoción; pero sus alegres modales, tan francos, su buen humor, su hermoso rostro y el don natural que poseía para ponerse al alcance de todos aquellos a quienes encontraba y para tocar precisamente (cuando quería molestarse en ello) la cuerda sensible de cada uno, todo esto conquistó a P en un momento. Además, su modo de tratarme a mí habría sido suficiente para subyugarla. Así, gracias a todas estas razones combinadas, creo que en realidad sentía una especie de adoración por él cuando salimos de su casa aquella noche.
   Desde aquella noche siento por P. algo que no sabría definir. No era que reemplazase a mi madre, eso nadie hubiera podido hacerlo; pero llenaba un vacío en mi corazón que se cerró dejándola dentro, algo que no he vuelto a sentir nunca por nadie…
 
   Hay en la narración lirismo, mucho humor y cierta ironía. Como ejemplo de la ironía, un personaje habla con su abogado de un contrato que tendrán que confeccionar y dice:
     Y pronto tendrá usted que formalizar un contrato entre nosotros con todas las cláusulas obligatorias que hacen parecer a dos hombres de honor que se comprometen, dos pillos que desconfían el uno del otro.
    O este otro fragmento, en que hace alusión a lo que se siente después de beber alcohol:
   Después de cenar, encontrándome en un agradable estado de ánimo (de lo que saqué en consecuencia que hay momentos en los que el envenenamiento no es tan desagradable como dicen), decidí ir al teatro.

   Como todo gran novelista, Dickens tenía mucha penetración psicológica y posiblemente era una persona que se observaba y se veía a sí misma. Me he sorprendido más de una vez ante reflexiones acerca de cómo somos, ante fragmentos de reveladora introspección, que parecen propias de un ser humano del presente (en que la psicología nos puso al tanto de tantas verdades acerca de nosotros mismos) y no de alguien que está viviendo en el siglo XIX:
   No solamente nuestro carácter también sufre a veces, sino que tenemos la grave responsabilidad de no estropear a todos los que entran a nuestro servicio o que tienen que ver con nosotros. Empiezo a temer que no esté toda la culpa en un lado solo, y que si todos esos individuos se estropean, quizás sea porque tampoco nosotros vamos muy bien.
   Si algún niño ha sentido una pena sincera, era yo; sin embargo, recuerdo que la importancia de mi desgracia me causaba cierta satisfacción cuando me paseaba por el patio mientras los otros niños continuaban en clase 
     Nada se consigue hacer en una vida de perpetua intranquilidad y tristeza …
    Mi cabeza nunca puede escoger mis pensamientos. Van y vienen por ella como quieren…

   Sus ideas acerca de los males de la sociedad están claramente expuestas: 
      Las personas ocupadas también toman parte en el mal del mundo, puede usted estar seguro, y si no, ¿qué es lo que han hecho desde hace un siglo o dos los que más han trabajado en adquirir poder o dinero? ¿Cree usted que no han hecho también bastante daño?...

    Y es patente la simpatía del autor por las gentes humildes o por ciertos personajes que aunque buenos tienen defectos muy humanos, como Mr. Micawber (probablemente inspirado por su padre), quien gasta más de lo que gana y va a prisión por deudas impagas. Así, es marcado el contraste entre su descripción de los ambientes humildes (cálidos, sinceros, llenos de emoción y espontaneidad) y los ambientes burgueses. En estos últimos hay a veces frialdad, emociones que no se expresan, orgullo y desdén. En una graciosa escena que describe una comida entre gente de clase alta, el narrador se burla de ciertos rasgos muy burgueses (y por mi propia experiencia, muy británicos):
   En varias ocasiones pensé que habríamos estado mucho mejor siendo menos amables. Éramos tan exageradamente amables, que el círculo de la conversación resultaba muy limitado.

   Ciertas cualidades importantes son destacadas y ensalzadas: la fidelidad, el respeto, la benevolencia, el agradecimiento, la caridad, la solidaridad… Dickens era cristiano, muy creyente (y también le atraía lo oculto) y expresa de una forma exquisita los pensamientos y sentimientos más elevados que un ser humano puede tener.
  Todos podemos hacer el bien en este mundo únicamente con querer hacerlo…
   Pensaba en todos los lugares solitarios en que había dormido y le pedí a Dios que me hiciera la gracia de no volver a encontrarme sin asilo y de no olvidar nunca a los que no tienen un techo donde cobijarse.
   Y el extraño sentimiento (que quizá no es extraño a todos) de que aquello había sucedido ya antes en un tiempo indefinido y que sabía de antemano lo que iba a decirme, se apoderó de mí.
  Al principio me extrañaba bastante el consuelo que encontraba dibujando esqueletos, y durante cierto tiempo le consideré como una especie de asceta que trataba de recordar por medio de aquel símbolo de mortalidad lo limitado de todas las cosas…
      
  Se ha acusado a Dickens de un exceso de sentimentalismo, y por momentos es cierto. Hay abundancia de sentimientos en esta novela, predominando los amorosos pero también los de odio y desprecio, como el que repetidamente siente el protagonista por un personaje algo repulsivo. Pero los sentimientos de amor y amistad, de lealtad y camaradería, están narrados con tanta sensibilidad, que hay por momentos como un  brotar de amor y alegría desde las páginas que (y lo repito) se contagia al lector.
    En suma: una novela que aún se puede leer con placer, entretenida, emotiva y profundamente inspiradora.





Violeta y el Camino de los 22 Arcanos, casi tres años en este blog

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