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La tapa de siempre

La tapa de siempre
Violeta y el Camino de los 22 Arcanos

sábado, 15 de septiembre de 2018

Novelas inmortales (2)

Los miserables – Víctor Hugo
  La novela comienza con el encuentro entre un expresidiario, Jean Valjean, (un hombre a quien las circunstancias difíciles de la vida lo habían llevado a robar) y un obispo que -cuando nadie le daba cobijo, ni siquiera pagando- lo recibe en su casa y le da comida, además de una cama con sábanas limpias para dormir. Valjean no puede resistir la tentación y antes de irse de la casa que lo cobijó roba unos cubiertos y unos candelabros de plata. Pero el santo obispo acepta el robo, evita que la policía se lleve al ladrón y regalándole los  hermosos candelabros le dice:
−Jean Valjean, hermano mío, vos no pertenecéis al mal, sino al bien. Yo compro vuestra alma; yo la libro de las negras ideas y del espíritu de perdición, y la consagro a Dios.
  Este encuentro con un hombre santo transforma al protagonista y lo convierte en un ser humano dedicado a la perfección de su alma y al servicio de los demás.
  (Jean Valjean) vino … tranquilizado ya, con esperanzas, sin tener más que dos ideas: ocultar su nombre y santificar su vida. Huir de los hombres y volver a Dios. Algunas veces estas dos ideas disentían; y entonces el hombre… no dudaba en sacrificar la primera a la segunda, su seguridad a su virtud...   
  El formato de esta novela que no ha envejecido se acerca bastante al folletín. Quizás era lo que el público lector esperaba en esos tiempos (siglo XIX), donde las novelas solían publicarse por entregas, en revistas, y donde el suspenso y una acción sostenida eran el principal ingrediente para el éxito. Así eran las novelas de Alejandro Dumas y así también las de Dostoievsky. Sin embargo, este formato de folletín, la exageración en algunos episodios (como la repetición de escenas en las cuales ciertos personajes se vuelven a encontrar y no se reconocen, o numerosas coincidencias que exceden lo creíble) y el exceso en la maldad o en la bondad de algunos personajes, no impiden que la fuerza de su mensaje y la intensidad de la narración nos atrapen, nos conmuevan, nos iluminen.
   Y aunque las coincidencias a veces son exageradas, ¿no hay acaso en nuestras vidas, a menudo, coincidencias que nos sorprenden? El propio autor hace un comentario respecto a las coincidencias:
  Y probablemente no hubiera servido de nada el descubrimiento hecho... si por una de esas coincidencias misteriosas, tan frecuentes en los sucesos más casuales,...
  Como todo héroe, Jean Valjean es  potente, osado, jamás pierde la calma: de un modo casi milagroso logra escapar de situaciones terribles y peligrosas. Y a pesar de la tragedia que acecha todo el tiempo y del inevitable sufrimiento de algunos personajes, el Bien se abre camino...
  ¿No hay en toda alma humana, no había en el alma de Jean Valjean en particular, una primera chispa, un elemento divino, incorruptible en este mundo, inmortal en el otro, que el bien puede desarrollar, encender, purificar, hacer brillar esplendorosamente, y que el mal no puede nunca apagar del todo?  
  En cierto episodio aparece la lucha moral de nuestro héroe, lucha igual a la que todos podemos librar ante circunstancias semejantes, cuando el miedo o la comodidad nos empujan en una dirección, pero el deber moral, la conciencia, nos empujan en otra.
  Examinó su situación y le pareció inaudita. Sintió un temor casi inexplicable, y echó cerrojo a la puerta, como si temiera que entrara algo. Después apagó la luz. Le estorbaba; creía que podrían verlo. Pero lo que quería que no entrara, ya había entrado; lo que quería cegar, lo miraba fijamente: su conciencia. Su conciencia, es decir Dios...¿No tenía otro objetivo su vida, el objetivo verdadero, el de salvar no su persona sino su alma, ser bueno y honrado, ser justo? ¿No era esto lo que él había querido y lo que el obispo le había mandado?... ¿Qué hacer, gran Dios, qué hacer? Así luchaba en medio de la angustia aquella alma infortunada. Mil ochocientos años antes, el ser misterioso en quien se resumen toda la santidad y todos los padecimientos de la humanidad, mientras que los olivos temblaban agitados por el viento salvaje de lo infinito, había también él apartado por un momento el horroroso cáliz que se le presentaba lleno de sombra y desbordante de tinieblas en las profundidades cubiertas de estrellas.
    En otro episodio, vemos la crisis moral de un personaje importantísimo, obstinado e implacable a lo largo de la novela, pero a quien el Bien toca y trastoca:
...una justicia de Dios, contraria a la justicia de los hombres. Divisaba en las tinieblas la imponente salida de un sol moral desconocido, y experimentaba al mismo tiempo el horror y el deslumbramiento de semejante espectáculo...
  Víctor Hugo fue un creador polifacético y uno de los más importantes exponentes del Romanticismo, aunque su obra sobrepasa la inclusión dentro de un género único. Como él mismo declaraba, la literatura debe también enseñar, asumir valores, plantear ideas filosóficas y morales. Y como se desprende de la lectura de Los Miserables, era un ser humano muy espiritual, muy  creyente (probablemente había en él un profundo misticismo), porque la presencia de Dios es en esta novela importantísima.
  En muchas de las milagrosas coincidencias que salvan a los personajes, el autor no oculta que está la presencia de Dios por detrás.  
  Jean Valjean no sabía... adónde iba, y ponía su confianza en Dios... (y) recordaba que precisamente dos casas de Dios lo habían acogido en los momentos críticos de su vida; la primera cuando todas las puertas se le cerraban y lo rechazaba la sociedad humana; la segunda, cuando la sociedad humana volvía a perseguirlo, y el presidio volvía a llamarlo; sin la primera, hubiera caído en el crimen; sin la segunda, en el suplicio. Su corazón se deshacía en agradecimiento, y amaba cada día más....
... La pupila se dilata en las tinieblas, y concluye por percibir claridad, del mismo modo que el alma se dilata en la desgracia, y termina por encontrar en ella a Dios.  
 La prosa de Victor Hugo es a veces admirable, como podemos ver en el siguiente párrafo:
   A la edad en que la juventud inflama el corazón, con imperial altivez, bajó más de una vez los ojos a sus botas agujereadas, y conoció la injusta vergüenza, el punzante pudor de la miseria. Prueba admirable y terrible, de la que los débiles salen infames, de la que los fuertes salen sublimes. La vida, el sufrimiento, la soledad, el abandono, la pobreza, son campos de batalla que tienen sus propios héroes; héroes obscuros, a veces más grandes que los héroes ilustres. Así se crean firmes y excepcionales naturalezas. La miseria, casi siempre madrastra, es a veces madre. La indigencia da a luz la fortaleza de alma; el desamparo alimenta la dignidad; la desgracia es la mejor leche para los generosos.... En todas sus pruebas se sentía animado, y aun algunas veces impulsado por una fuerza secreta que tenía dentro de sí. El alma ayuda al cuerpo, y en ciertos momentos le sirve de apoyo...
  En suma: una novela extraordinaria, inspiradora y  trascendente, que no dudaría en conceptuar como novela espiritual.

Violeta y el Camino de los 22 Arcanos, casi tres años en este blog

      Cuando publiqué tres de mis novelas en forma de blog, varias personas me aconsejaron que no lo hiciera. Sin embargo, no estoy arrepent...