Traductor - Translation

La tapa de siempre

La tapa de siempre
Violeta y el Camino de los 22 Arcanos

domingo, 17 de junio de 2018

Cuando el arte invita a la reflexión: temas existenciales y espirituales en novelas y películas (8)


                                                                                   El vuelo

Advertencia: este comentario contiene “spoilers”, o sea, anticipaciones de la trama, así que si todavía no la vieron y no quieren arruinar  el encanto del suspenso, no lean este post.

    En un vuelo de rutina en medio de una tormenta, el avión comienza a fallar, pero el capitán de la nave (Denzel Washington)  consigue con éxito un aterrizaje forzoso en un campo y logra así que se salven la mayor parte los que iban en el avión, excepto cuatro pasajeros y dos azafatas.  La gran paradoja del film es que el piloto es un alcohólico y, mientras maniobraba para salvar al avión de un modo que luego se juzga como casi milagroso (pone al avión boca abajo), estaba sin dormir y bajo los efectos no sólo del alcohol sino también de la cocaína (que usa para mitigar los efectos de la borrachera). 
   Durante buena parte de la película el capitán se refugia en una granja deshabitada que era de su familia, lucha por dejar de beber pero no lo consigue, fantasea con huir en un pequeño avión de su propiedad, inicia un romance con una bella drogadicta a la heroína que conoció en el hospital y es asistido por su sindicato y un abogado, quien trata de eliminar las pruebas de laboratorio que le hicieron luego del accidente y que demuestran que estaba intoxicado.   
   El momento clave de la película es casi al final, cuando el protagonista se ve enfrentado a un dilema moral: tiene que presentarse a una audiencia pública para demostrar que no estaba intoxicado durante el accidente. Se aisla en lo de un amigo y logra dejar de beber, para así presentarse sobrio, con capacidad de controlar lo que dice, a dicha audiencia. La noche previa lo hospedan en una habitación de hotel, cuya heladera no contiene ninguna bebida peligrosa. Pero el capitán no logra conciliar el sueño. Entonces, aparece  un elemento imprevisto. Y aquí tengo que acotar que al director del film, Robert Zemeckis, le gustan los elementos imprevistos o debidos al azar. En su película El Naufrago (ver comentario en otro post de este blog) es una vela, aquí se trata de una puerta mal cerrada en el cuarto de hotel contiguo al suyo. El insomne capitán entra a curiosear, se encuentra con la nevera llena de bebidas alcohólicas y… se bebe una buena cantidad de ellas. 
  En una escena previa de la película, cuando el protagonista estaba en el hospital, un importante personaje fugaz, un joven con cáncer terminal, había comentado que detrás del azar (de los sucesos imprevistos) siempre está Dios. Y ocurre que esa puerta mal cerrada cambia todo el curso de la historia. A la mañana, cuando van a buscarlo para la audiencia, lo encuentran completamente borracho y semi desmayado en el suelo. Él pide que llamen a su vendedor de droga, y gracias a una buena dosis de cocaína logra recomponerse y asistir a la audiencia.  Allí, la fiscal que dirige la investigación por parte del gobierno, aunque reconoce que el piloto salvó al avión con su pericia y aunque ya se ha demostrado que la causa del accidente estuvo en desperfectos técnicos del aparato, lo conmina de un modo inclemente a declarar quien era alcohólico en el avión, ya que se encontraron dos botellitas de vodka vacías en la cabina de los pilotos y azafatas. En función de las pruebas de laboratorio, hay sólo dos alcohólicos posibles: o él o una de las aeromozas que murió (con quien él había tenido un largo encuentro sexual la noche previa al accidente). 
   Todo está preparado para que el capitán vuelva a mentir y declare que la alcohólica era su amiga. Pero mientras la implacable fiscal lo urge a responder y él observa en una pantalla la enorme foto de su amante muerta, algo en él se quiebra y ya no puede seguir mintiendo. Pide ayuda a Dios y confiesa frente al público y las cámaras, o sea, frente a todo el mundo, que el alcohólico es él, salvando así la imagen póstuma de su amiga. 
    Como en otras películas de Zemeckis, en ésta hay paradojas. En Forrest Gump una persona con inteligencia inferior a la normal se abre camino y triunfa, en este film un drogadicto y alcohólico salva a un avión mediante una destreza sobrehumana. Es interesante al respecto el comentario de un crítico del “Hollywood Reporter”, quien dice que el guión presenta la idea de que el piloto tuvo el valor de hacer esa atrevida maniobra (poner el avión boca abajo), precisamente porque estaba drogado. Pero no creo que el director y el guionista hagan con esto una apología de las sustancias ilegales o del alcohol (una sustancia que debería ser ilegal). No creo que esa fuera su intención. Lo que sucede es que estamos ante una película que desenmascara lo que nadie quiere aceptar. Supuestamente las personas normales, y más aún las que la sociedad acepta y admira (como un sobresaliente piloto de avión), no beben alcohol ni se drogan. Pero la realidad es que un buen porcentaje de las personas normales y también de las sobresalientes, beben alcohol y/o se drogan, con sustancias ilegales o con sustancias legales (como los psicofármacos). 
   Vivimos en una sociedad hipócrita, y ésta es una de las películas más anti hipocresía que he visto en mi vida. Como ejemplo la escena en la audiencia, (otra gran paradoja). El protagonista, de haber estado sobrio, hubiera sido un hipócrita más: en connivencia con su abogado, con el sindicato y con el dueño de la empresa aeronáutica, hubiera negado que estaba intoxicado durante el accidente. Pero se quiebra y se comporta de una manera sumamente ética, respetuosa de Dios y de la verdad, mientras está alcoholizado. Ya no puede mentir. “Estaba ebrio durante el accidente, dice frente al micrófono. Y estoy ebrio ahora”.
   Y señalemos que ese elemento imprevisto que cambia todo, es un mensaje importante de la película (también muy importante en El Naufrago): que, por lo general, no controlamos nada, aunque sí creemos que lo hacemos. Hay fuerzas que nos sobrepasan y que, con frecuencia, determinan el curso de los acontecimientos. El protagonista es arrogante, niega que es alcohólico (algo común en los alcohólicos, hasta que inician un proceso de curación), le pide a su copiloto y a la única aeromoza sobreviviente que mientan para ocultar que él estaba intoxicado, tiene la ayuda del sindicato y de un competente abogado, y sin embargo, un elemento imprevisto, debido al azar (o sea, a Dios), desbarata todas sus intenciones y las intenciones de los que quieren que él aparezca como el piloto ideal.
    Y Dios está muy presente en esta película. Los primeros en auxiliar a las víctimas son un grupo evangelista cristiano, quienes “casualmente” estaban reunidos al lado del lugar donde aterriza el avión. El copiloto es muy religioso, como así también la aeromoza sobreviviente. El chico enfermo con cáncer habla de Dios, y el abogado también va a mencionar a Dios en su alegato. En cuanto al protagonista, hay una transformación en él respecto a Dios.  Mentiroso y algo cínico, poco creyente (¿Qué Dios causaría un accidente así? le dice a su abogado), pero cuando se quiebra durante la audiencia pública, su primer pensamiento va hacia Dios, a Quién pide ayuda. Y es pidiendo la ayuda de Dios, que se arrepiente y confiesa.   
  Las escenas finales (algunos años después) lo muestran como un hombre distinto: se ha recuperado de su alcoholismo, se ha reconciliado con su único hijo (quien ahora lo admira), y es claramente un ser humano más en paz consigo mismo y con la vida que antes: un ser humano íntegro.
  
















Violeta y el Camino de los 22 Arcanos, casi tres años en este blog

      Cuando publiqué tres de mis novelas en forma de blog, varias personas me aconsejaron que no lo hiciera. Sin embargo, no estoy arrepent...